El sistema de TRAPPIST-1 es más viejo que el nuestro
Últimamente hemos tenido varias noticias de este sistema estelar, principalmente sobre las probabilidades de existencia de la vida allá afuera. El TRAPPIST-1, es uno de los “mejores” sistemas estelares descubiertos. Con siete mundos de tamaño parecido al de la Tierra orbitando alrededor de una estrella enana ultrafría a unos 40 años-luz de distancia .
Se ha llegado a la conclusión conclusión de que la estrella TRAPPIST-1 tiene entre 5.400 y 9.800 millones de años pudiendo llegar a casi duplicar la edad del Sol, que se formó hace 4.500 millones de años.
Tres de los planetas de TRAPPIST-1 están en la zona de habitabilidad. Como la estrella es más fría, dicha zona se encuentra más cerca de ella. La cercanía de los planetas en la zona a su estrella ha hecho que en cada uno su rotación se haya sincronizado con su traslación, impidiendo la alternancia normal entre día y noche que existe en planetas como la Tierra. Esos siete planetas tienen una cara en la que siempre es de día, mientras que en la opuesta hay una noche perpetua.
En el principio se suponía que el sistema debía tener al menos 500 millones de años. La edad superior implica que la estrella tiene un brillo más estable que en su infancia, y concede el tiempo necesario para una evolución que hubiera podido generar en alguno de los planetas las condiciones necesarias para la vida.
Pero dado que los planetas están tan cerca de la estrella, han estado recibiendo radiación de alta energía durante miles de millones de años, lo cual podría haber provocado que sus atmósferas se hubieran ido perdiendo en el espacio así como también grandes cantidades de agua, océanos completos.
Una edad avanzada no implica que la atmósfera de un planeta se haya perdido en el espacio. Como los planetas de TRAPPIST-1 tienen densidades menores a la de la Tierra, posiblemente grandes depósitos de sustancias volátiles, como el agua, hayan generado atmósferas espesas que protejan las superficies planetarias de la dañina radiación.
Una atmósfera espesa ayudaría a redistribuir el calor hacia los hemisferios nocturnos de estos planetas, incrementando el espacio habitable en cada mundo. Pero produciría un efecto invernadero desbocado, en el que la atmósfera se vuelve tan densa que la superficie del planeta se sobrecalienta, como sucede en Venus.
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